El presidente, Alberto Fernández, estuvo en China y tras su visita se anunció que Argentina pasaría a agrandar la lista de países que integran la Iniciativa de la Franja y la Ruta, conocida como la Nueva Ruta de la Seda. Esta incorporación, entre otras cosas, traería nuevas inversiones en infraestructura para el país.
La Ruta de la Seda fue una red comercial que tejió China hace más de 2.000 años a través de la cual negociaba sus productos con todo el continente asiático y gran parte de Europa y África. De ahí toma su nombre la que se conoce actualmente como la Nueva Ruta de la Seda.
“La Iniciativa de la Franja y la Ruta (o Nueva Ruta de la Seda) es una idea de política exterior de China para generar infraestructura logística, comercial, financiera, política y de entendimiento entre las sociedades entre China, Asia Central, Europa y, también América Latina”, explicó Nicolás Damin, coordinador del Centro Argentina-China de la Facultad de Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), y responsable Asia en la Universidad Católica de Salta (Ucasal).
“Argentina participa de los debates y foros de la Ruta de la Seda desde el inicio. El presidente (Mauricio) Macri fue al primer foro de la Ruta de la Seda en 2017, y el ex canciller (Jorge Faurie) y una gran delegación fue al segundo foro en mayo de 2019, en Beijing. Ya se anotaron 145 países, como Italia, Portugal, Uruguay, Perú o Chile”, agregó el experto.
Esta política, aunque resulte sorprendente, trasciende a la grieta que atraviesa al país: los últimos tres presidentes del país fueron a China para reforzar las relaciones con el gigante asiático.
“En lo concreto permite que los bancos chinos mejoren la calificación para financiar proyectos en los países miembros; también permite que las empresas chinas que operan en Argentina tengan mayor facilidad para financiarse; que Argentina pueda acceder con más productos al mercado chino; y que China apoye financieramente grandes obras de infraestructura que Argentina propone”, enumeró Damin, y especificó que algunas de las obras ya planeadas son la central nuclear Atucha III, la finalización de las dos represas del Río Santa Cruz, entre otras.
“En lo concreto, es una continuidad de los acuerdos firmados en 2014 por Cristina Fernández de Kirchner y en 2018 por Macri, ampliados a un mayor nivel de entendimiento político para concretar nuevos proyectos”.
Por su parte, Santiago Notarfrancesco, especialista en China Contemporánea, indicó que la inclusión de Argentina en la Nueva Ruta de la Seda tuvo como resultado el anuncio del financiamiento para obras de infraestructura por 23.700 millones de dólares, de los cuales 14.000 millones serán destinados a obras que ya fueron aprobadas y por los 9.700 millones restantes se deberán presentar propuestas e iniciar el proceso de negociación para aprobarlas.
“Para China significa que es el primer país grande de América Latina en ingresar a la iniciativa, ya que ni México, ni Brasil, ni Colombia han ingresado. Así que es noticia importante sobre política que consolida a Argentina como uno de sus socios más importantes y estables en el continente”, sostuvo el especialista.
Por último, destacó el desafío que significará para el país tomar decisiones acertadas a la hora de pensar las obras a realizar. “Hay que ver qué tipo de obras se hacen. En este sentido es importante para Argentina orientar las obras de infraestructura en sectores que permitan el agregado de valor local, de reducción de costos logísticos en transporte, pero que estén orientadas fundamentalmente a mejorar la canasta exportadora que tiene el país, y no solamente que estén dirigidas a mejorar la producción y el transporte de los productos que necesita China. Tal vez ese va a ser el desafío que se presente ahora”, concluyó Notarfrancesco.